Productividad de Asturias y potencialidad metropolitana

El mes pasado planteé en este mismo espacio una reflexión sobre los nuevos retos que afronta la economía asturiana. La idea principal expuesta fue que tras tres décadas de políticas de reconversión, basadas fundamentalmente en un esfuerzo inversor en infraestructuras, la Asturias actual es muy distinta de la Asturias que tuvo que enfrentar su ajuste industrial a principios de los 80. Ya no tenemos grandes déficits ni en infraestructuras de comunicación ni en equipamientos. Por supuesto, siempre se pueden mejorar las cosas, pero la Asturias de hoy dispone de infraestructuras y equipamientos similares a las existentes en el resto de Europa e, incluso, por encima de la media nacional. Sin embargo, la economía de Asturias no acaba de mostrar el esperado despegue y sigue presentando crecimientos exiguos que conducen a una continua perdida de población.
Si preguntamos a académicos, profesionales y expertos veremos que existe un creciente consenso en que el problema de Asturias es una ausencia de dinamismo económico y social. Esto es, le falta emprendimiento, competitividad y productividad. Muchos de estos conceptos son difusos y, en consecuencia, difíciles de medir y comparar con otras regiones. Sin embargo, al menos uno de ellos, el concepto de productividad, es muy concreto y, por lo tanto, fácilmente medible y comparable. Propongo que hagamos un sencillo análisis de la productividad del trabajo –ratio producción partido de empleo– en Asturias para, a través de este indicador, tratar de llegar algo más al fondo respecto a la idea difusa de la falta de dinamismo de Asturias. 
Desde hace décadas que la productividad de Asturias esta por debajo de la media nacional, pero si revisamos su evolución durante los últimos años veremos que ha experimentado un crecimiento significativo. En 2000 la productividad de Asturias estaba a 15 puntos de la media nacional. En 2013 esa distancia se había recortado a más de la mitad, estando a sólo 6 puntos de la media. Sin embargo, desde 2012 ha habido un estancamiento primero, en 2013, y un significativo retroceso en los dos últimos años. 
Por otra parte, si descomponemos la productividad por sectores veremos que Asturias ha tenido en las últimas décadas una productividad industrial significativamente superior a la media nacional. No ha sido así en el caso del sector agrario, donde la productividad de Asturias se sitúa claramente por debajo de la media nacional. Sin embargo, el peso del sector agrario se ha reducido mucho y su retraso estaría sobradamente compensado por la superior productividad industrial de la región. Por lo tanto, la causa de que Asturias finalmente presente una productividad agregada del trabajo más baja que la media de España reside la menor productividad comparada de muchos de los servicios en la región. 
Observando las cifras con más detalle podemos constatar que las actividades de servicios que más se alejan de la media nacional son los servicios financieros, los servicios a empresas, especialmente los más avanzados, y las actividades de carácter artístico o creativo. En todos estos casos la productividad del trabajo en Asturias es más baja que la media nacional y, además, en la mayor parte la brecha tiende a agravarse con el tiempo. Si el lector desea disponer de un análisis más preciso lo encontrará disponible en un trabajo sobre la situación actual de la economía asturiana recientemente publicado en la revista de divulgación académica Papeles de Economía Española (núm. 148).
Lo que todo esto nos está indicando es que la industria de Asturias puede tener problemas para crecer, como ocurre de modo general con la industria en Europa, pero es siendo altamente competitiva. En donde Asturias no alcanza los niveles medios de productividad y competitividad de España, y mucho menos de Europa, es en los servicios más intensivos en conocimientos, tecnología y/o creatividad. Esta idea general de que el principal problema actual de nuestra región es su reducido dinamismo, con la que estoy de acuerdo, se puede concretar un poco más a partir del análisis de algo fácilmente cuantificable y observable como la productividad: la región presenta un problema específico de productividad, competitividad y dinamismo en los sectores terciarios más avanzados. 
La cuestión por lo tanto es ¿cómo podemos impulsar el dinamismo y productividad de estos sectores? Hay varios trabajos hechos desde la Universidad en los que ya hace tiempo se reclamaba impulsar planes para el desarrollo de servicios avanzados. Se han articulado algunas iniciativas interesante desde el IDEPA o desde la Universidad, entre otras instituciones. Pero parece que es el momento de poner en marcha acciones más contundentes pensando en estas actividades a las que, por cierto, las inversiones en infraestructuras apenas les afecta. 
En este sentido, si se revisa la amplia literatura académica sobre factores capaces de impulsar la creatividad, la innovación y la competitividad en servicios avanzados o el dinamismo en actividades intensivas en conocimiento se encontrará continuamente con una idea recurrente: la importancia de las economías de aglomeración. Esto es, la importancia del tamaño urbano como elemento que impulsa la productividad del terciario mas avanzado. Para Edwar Glaeser, Richard Florida, Mario Polèse, John V. Henderson o Diego Puga, entre tantos y tantos otros autores, el único elemento externo a las empresas pero capaz de impulsar su productividad, especialmente en firmas de servicios intensivos en conocimiento o creatividad, es que en su entorno haya una gran ciudad que, en un reducido espacio, acumule una gran cantidad de trabajadores cualificados que interactúan entre sí, crean nuevas ideas y hacen a las firmas para las que trabajan más productivas. No hay un tamaño urbano claro por debajo del que sea difícil ser altamente productivo en actividades creativas o intensivas en conocimientos, pero la mayor parte de los estudios apuntan que la ciudades por debajo de medio millón de habitantes lo tienen muy difícil mientras que las que se acercan o superan el millón de habitantes tienen grandes ventajas. 
Esta es una de las razones por las que insisto tanto en la relevancia de impulsar la integración metropolitana en el área central de Asturias. Creo que hacer que el centro de la región se comporte como una gran ciudad, puede ser el “último tren” que nos puede quedar para recuperar centralidad, dinamismo e impulsar el crecimiento de Asturias. 

Publicado en La Nueva España el 21 de febrero de 2016

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